La pedagogía de las emociones según Arun Mansukhani

Por: Juan Carlos Isaza Botero, Coordinador Académico

Saludo cordial. Compartimos con ustedes, otro video del canal «Aprendemos Juntos 2030», que no podríamos ser más enfáticos en recomendar.

Entrevista a Arun Mansukhani

Este texto va sin epígrafe porque quiero emplear no una, sino dos citas, de las cerca de diez que tomé para futuras reflexiones. Las citas son las siguientes:

1. “Si logras que tu hijo no dependa emocionalmente de nadie, enhorabuena: tienes un psicópata”.

2. “Tenemos muchos adultos cronológicos, pero no muchos adultos emocionales”.

El invitado de esta entrevista, de quien tomé ambas citas, es Arun Mansukhani, psicólogo clínico, sexólogo y consultor, creo que andaluz (está difícil encontrar datos biográficos), quien enfatiza su origen indio (lo cual no es lo mismo que hindú ni que indígena, recordemos) al comienzo para aclarar de una vez esa curiosidad inevitable. La charla vale cada segundo de los cuatro mil novecientos ochenta y siete que dura (poco menos de hora y media, para que no se asusten). De hecho, yo la vi entera dos veces antes de escribir esto. Es sencillamente sensacional.

Entre los temas que pueden encontrar están las relaciones horizontales y verticales y cómo cambia la distribución de poder en ellas; conceptos tales como apego, autonomía, intimidad, dependencia, independencia; los tres tipos de amor; la íntima relación entre bienestar físico y mental, así como la imposibilidad de separar salud física y mental, sobre lo cual la evidencia es cada vez más contundente, pero que un sector importante de profesionales de la salud sigue encontrando muy difícil admitir; la importancia de las relaciones interpersonales y de las relaciones con nosotros mismos para el bienestar general; y, por supuesto, como abordar todos estos aspectos en la crianza y en la educación.

Imagen de Ajay Bhargav

¿Por qué elegí las dos ideas que cité más arriba? La primera, porque señala la importancia de los profesionales idóneos y de las fuentes responsables en temas de salud mental. Esto hoy en día es más desafiante que nunca. Y ojo, creo que mi perspectiva es heterodoxa, lejos estoy de afirmar sin reparos la sapiencia suma de los psiquiatras soberanos, pero hasta en disciplinas y enfoques emergentes es posible identificar profesionales serios y responsables. Como también lo es identificar charlatanes irresponsables que espero que algún día, ojalá no muy lejano, enfrenten consecuencias penales por jugar con el bienestar, la credulidad y el patrimonio de las personas.

La cita expone las nociones baratas y totalmente infundamentadas de desapego y/o independencia entendidas como “no encariñarse con nadie”. Si algo ayuda a identificar de inmediato una espiritualidad tóxica y peligrosa, es esta acepción. Pues bien, Mansukhani hace lo mismo con varios otros conceptos erróneos, a la luz de todas las disciplinas relevantes para hablar de salud mental (que, dicho sea de paso, gracias a los dioses no se limitan exclusivamente a la psiquiatría).

Lo mejor es que, con el sello de todo profesional serio y responsable, Mansukhani cita la evidencia disponible para cada uno de los temas abordados. Y no “un estudio”, ni dos, que por mejor hechos que estén no dejan de ser anécdotas, sin ningún peso estadístico, y no son evidencia de absolutamente nada (si no, que me corrijan científicos y matemáticos). Las redes sociales nos acostumbraron a creer cualquier tontería que diga “un estudio científico comprobó que…”. Un solo estudio científico no es prueba concluyente de nada. Si lo que quieren es sentarse a comprobar por su cuenta, en esta charla oirán mencionar investigación tras investigación tras investigación tras investigación, como debe ser, por lo general con el nombre de algún autor, la universidad y/o los años en que se llevaron a cabo, para poder encontrarlas.

La segunda cita, como ya sospecharán, la elegí porque señala uno de los intereses fundamentales de Alexandria: la pedagogía emocional para adultos. Para que se hagan una idea, hablando de relaciones interpersonales y poder, según Mansukhani la evidencia sugiere que casi cualquier relación con desbalance de poder, o sea, vertical, o al menos con poca o ninguna horizontalidad, tiende a ser malsana. Sólo eso ya problematiza la noción de autoridad tradicional, que la mayoría de quienes trabajamos con niños y jóvenes aprendimos (y con distintos niveles de gravedad padecimos).

Continúa diciendo que, con niños, el adulto debe tener el poder y saberlo usar, pero debe permitir cierta horizontalidad, cierto margen de poder para el niño, mientras que con adolescentes se debe aceptar e incluso alentar una mucho mayor horizontalidad. En otras palabras, que si tu aproximación con un adolescente es la de intentar imponerte la mayor parte del tiempo, lo único que estás haciendo es asegurar que tanto él o ella como tú la van a pasar muy mal. Para dejarles a los colegas otro trompo bailando en la uña: ¿cómo se sienten al ser cuestionados por sus estudiantes y cómo reaccionan a ello?

Aquí acepto sin tapujos que me estoy sacando una espinita, porque durante dieciséis años de ejercicio docente en distintos modelos educativos recibí críticas por ser “demasiado cercano” o “demasiado permisivo” con los estudiantes. “¡No, no, no!, ¿cómo así?, ¿dónde está la autoridad?, ¡magister dixit!” No lo digo yo, lo dicen los especialistas: si la mayor parte del tiempo tu solución a los desafíos más que naturales y alucinantes de los adolescentes es imponerte, van a perder los dos y van a terminar odiándose. Ahora sí pregunto yo: ¿cómo se supone que le vas a enseñar a pensar si ves cualquier cuestionamiento suyo como un irrespeto?

Fuente de imagen: Wayhome studio on Freepik

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