«Educar un hijo no es como dirigir el tráfico: reglas, prohibiciones y multas. Educar un hijo se parece más a cuidar un huerto: sembrar, regar, proteger y, sobre todo, tener mucha paciencia.»
– Julio Basulto –
Y es que los niños son muy parecidos a las plantas… Si la semilla y luego la planta joven reciben sol, agua y nutrientes adecuados se puede esperar, razonablemente, que la planta adulta que obtengamos sea una planta sana.
Cada niño nace con un bagaje magnífico de posibilidades que se harán realidad si se dan las condiciones adecuadas de desarrollo durante su infancia. Frente a cada carencia se desarrolla una anormalidad como, por ejemplo: En las plantas, la falta de agua hace que se marchiten, la falta de luz hace que crezcan menos flores etc. y en los niños el desarrollo de un buen carácter, de una personalidad sana, de relaciones humanas positivas, de objetivos adecuados, de habilidades necesarias, se produce automáticamente cuando tienen lo que necesitan.
Las desviaciones emocionales o sociales respecto al desarrollo previsto siempre tienen su origen en algo que les ha faltado durante su experiencia infantil. Las experiencias importantes y de calidad de las relaciones con personas importantes para el niño influyen mucho en él y en sus sentimientos hacia sí mismo.
Esta es la razón por la cual padres y educadores pueden influir positivamente en la autoestima del niño, proporcionándole nuevas experiencias y relacionándose con el niño de forma adecuada. Los padres son modelos para sus hijos y con frecuencia los niños imitan también sus sentimientos y actitudes.
Para los niños el interior de sus padres es un punto de referencia de igual valor que su exterior; por ejemplo: ver cómo actúan. Es casi imposible ocultar un sentimiento y los niños son observadores muy agudos que cazan al vuelo las expresiones sutiles que hay en las actitudes de los padres. (Mensajes no verbales)
Los sentimientos y actitudes de los padres suelen expresarse de forma sutil y muda; por ejemplo: si un padre se encoge de hombros al tiempo que su rostro permanece tenso, el niño interpretará que su padre está desilusionado, aunque no diga ni palabra.
Y ustedes, ¿qué piensan?
¡Queremos saber sus opiniones y reflexiones, los leemos!
Ps. Les comparto una joya de animación de la BBC al respecto.